Hugo Chávez tomó partido en el debate colombiano. Prefirió apoyar vergonzosamente a la guerrilla, que defender al democrático Estado neogranadino, victima de la infame acción de estos vándalos supuestamente ocultos en nuestra geografía.
Cuando el embajador del país vecino ante la Organización de Estados Americanos (OEA) Luís Alfonso Hoyos reveló una serie de pruebas, pudimos ver miedo en la delegación venezolana. El brillante expositor mostró en forma precisa, en dónde están los sitios, con sus coordenadas y elementos geográficos de las muchísimas evidencias que formaron parte de su testimonio. La contundencia de la misma fue dándonos una idea del carácter cómplice que refleja la administración socialista, en su empeño por proteger a sus amigos incondicionales. En la exposición colombiana se podía calibrar la profundidad de su investigación, nada estaba al azar, cada frase de Hoyos materializada en abundantes fotos, videos y comprobaciones que todos vieron.
La respuesta venezolana la encabezó el veterano diplomático Roy
Chaderton Matos. El otrora carga maletín de don Arístides Calvani, quiso envolvernos con su cháchara de costumbrismos europeos. Tratando de ser fino, como un soldado de la picaresca de lenocinio, enmarañó la denuncia con sus chascarridos a favor de la mentira. No pudo rebatir ninguna de las ideas expuestas por su colega A veces su voz se tornaba tan tenue que parecía un figurín de casas de modas, persiguiendo las telas y gritando a las muchachas que se atragantan de retoques. Habló hasta de Gary Cooper, sin llegar al fondo del problema: la presencia guerrillera en Venezuela.
Nos preguntamos: ¿por qué el gobierno venezolano rechazó la propuesta colombiana de visitar los sitios en donde supuestamente están los campamentos guerrilleros? ¿Acaso no era una forma de liquidar tantos rumores? ¿Por qué el gobierno venezolano prefirió apoyar, subrepticiamente, a la guerrilla que apuntalar al Estado colombiano, en su empeño en resolver su conflicto frente al grupo extremista y asesino? ¿Será que no les importa la ruina de miles de familias y pequeños comercios de la frontera, quienes son los verdaderos afectados por esta decisión insensata?
Es más, cuando Hugo Chávez rompía las relaciones con la hermana república, junto al inefable Diego Armando Maradona, llegó a señalar que Colombia tenía fronteras en donde no había un soldado de su ejército, que muchas de esas zonas eran "territorio liberado" ¿liberado por quién, por los bandoleros que secuestran a inocentes venezolanos? ¿Será que el subconsciente le jugó una mala pasada y lo hizo confesar su admiración por sus protegidos? Los venezolanos deseamos conocer la verdad. ¿Cuál es el miedo? De que vengan delegaciones, equipos periodísticos y organismos internacionales independientes, que constaten la veracidad de la denuncia colombiana. Es un irrespeto contra la humanidad el ocultar a facinerosos.
Cuando el embajador del país vecino ante la Organización de Estados Americanos (OEA) Luís Alfonso Hoyos reveló una serie de pruebas, pudimos ver miedo en la delegación venezolana. El brillante expositor mostró en forma precisa, en dónde están los sitios, con sus coordenadas y elementos geográficos de las muchísimas evidencias que formaron parte de su testimonio. La contundencia de la misma fue dándonos una idea del carácter cómplice que refleja la administración socialista, en su empeño por proteger a sus amigos incondicionales. En la exposición colombiana se podía calibrar la profundidad de su investigación, nada estaba al azar, cada frase de Hoyos materializada en abundantes fotos, videos y comprobaciones que todos vieron.
La respuesta venezolana la encabezó el veterano diplomático Roy
Chaderton Matos. El otrora carga maletín de don Arístides Calvani, quiso envolvernos con su cháchara de costumbrismos europeos. Tratando de ser fino, como un soldado de la picaresca de lenocinio, enmarañó la denuncia con sus chascarridos a favor de la mentira. No pudo rebatir ninguna de las ideas expuestas por su colega A veces su voz se tornaba tan tenue que parecía un figurín de casas de modas, persiguiendo las telas y gritando a las muchachas que se atragantan de retoques. Habló hasta de Gary Cooper, sin llegar al fondo del problema: la presencia guerrillera en Venezuela.
Nos preguntamos: ¿por qué el gobierno venezolano rechazó la propuesta colombiana de visitar los sitios en donde supuestamente están los campamentos guerrilleros? ¿Acaso no era una forma de liquidar tantos rumores? ¿Por qué el gobierno venezolano prefirió apoyar, subrepticiamente, a la guerrilla que apuntalar al Estado colombiano, en su empeño en resolver su conflicto frente al grupo extremista y asesino? ¿Será que no les importa la ruina de miles de familias y pequeños comercios de la frontera, quienes son los verdaderos afectados por esta decisión insensata?
Es más, cuando Hugo Chávez rompía las relaciones con la hermana república, junto al inefable Diego Armando Maradona, llegó a señalar que Colombia tenía fronteras en donde no había un soldado de su ejército, que muchas de esas zonas eran "territorio liberado" ¿liberado por quién, por los bandoleros que secuestran a inocentes venezolanos? ¿Será que el subconsciente le jugó una mala pasada y lo hizo confesar su admiración por sus protegidos? Los venezolanos deseamos conocer la verdad. ¿Cuál es el miedo? De que vengan delegaciones, equipos periodísticos y organismos internacionales independientes, que constaten la veracidad de la denuncia colombiana. Es un irrespeto contra la humanidad el ocultar a facinerosos.
Fuente: Artículo publicado en la sección Opinión del El Universal
Autor: Alexander Cambero
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